Dayalu cantaba mantras para guiar la respiración y los movimientos. Ma para inhalar, Om para exhalar. Invitaba a practicar con devoción a la energía divina. La secuencia, su tono amigable y el fluir de la respiración completaban una atmósfera mágica.
Cada asana que practicábamos se sentía más liviana. Virkasana, Pincha, urdva Dhanurasana. Dayalu recordaba en todo momento que sintiéramos la energía divina y conectáramos con esa intención.
El resultado fue una clase perfecta para tiempo y espacio. Muy energizante y calmante a la vez.
Durante la meditación mientras nos guiaba, dijo: “Si en todo lo que haces en el presente, todo, pones devoción; si haces todo como una ofrenda a lo divino, el futuro será tu amigo. No debemos apegarnos a la paz del savasana, impermamente. Debemos buscar la paz interior que no depende del tiempo”.